Es un sitio un tanto peculiar, sin pretensiones, pero con una gran calidad en sus mariscos y pescados. La materia prima viene de Galicia. Se trae a diario directamente de las lonjas del Grove y Moaña.
El comedor es más bien pequeño, a la izquierda de la puerta de entrada tiene una barra repleta de centollos y otros animalitos que da gusto ver y con algún cuadrito colocado en sus paredes. Es toda su decoración. Las mesas están situadas frente a la barra.
Mientras tomas el vino o la cerveza y esperas a que te digan lo que se puede comer, para entretenerte te ponen un platito de bígaros. La carta es cantada, los percebes, el centollo, la nécora, las ostras y el camarón lo suelen tener casi siempre. Si hay algo novedoso, como los santiaguiños u otra cosa, te lo recomiendan.
Entre los pescados, destaca la merluza y el rodaballo, que lo hacen a la gallega o a la plancha. En invierno es uno de los pocos sitios que tienen lamprea a un precio razonable. No les hace falta publicitarla: la clientela fiel lo sabe. Las carnes son también gallegas. Destaca la chuleta de Moaña y el lacón con grelos. Los postres son también de la tierra, como la tarta de Santiago y el queso de tetilla con membrillo. Y también la bodega, con importante presencia del albariño y algún tinto.
Vía: Miguel Casas (Guía Miguelin). |